Las callecitas de Paraná tienen ese... qué se yo, viste
1.
Con ojos vidriados el influencer más codiciado de los medios locales entrega las llaves de su Celta metalizado al pediatra de motores quien, previo golpecito en el capot, introduce a la máquina en el quirófano para el cambio de correa de distribución. “Está pasado unos 15 mil kilómetros de lo recomendado, no sé con qué nos podemos encontrar al abrirlo”, dice Leo Taller con cierta pena, pero dejando ver algo de esperanza en sus ojos no vidriados.
2.
La vuelta a pie es corta, pero no por ello dejan de aparecer recuerdos de los viajes vividos. En especial en la intensidad de los últimos meses, cuando una tarde de noviembre, tras otra agotadora jornada laboral y el acoso del rojo en el Excel, lo encontró muy pancho descansando de los últimos rayos de sol bajo la sombra de un chivato. “No voy a mantener más vagos, mañana salís a laburar conmigo”, explotó antes de descargar la aplicación Uber Driver. “Todo el día tirado, sin hacer nada, generando gastos y no aportando nada a la economía del hogar”, continuó hablando casi como un adulto y poniendo primera a la nueva chamba.
3.
Además de las harinas, lo más rico del mundo son las teorías conspirativas. Una paranaense muy bonita me dijo hace varios años que la ciudad no explota turísticamente porque unos pocos acaudalados la quieren sólo para ellos. Uno de esos poderosos puede ser el garca que tapialó el acceso al balneario Los Arenales para construir un barrio privado. Ayacucho al final, para el lado del túnel. Se termina el golf del CAE y con él los últimos restos de asfalto. Luego el muro separatista a la izquierda y el barrio de los “pescaditos” a la derecha. Llegar a la esquina de La Mojarra y El Pacú puede ser el certificado de defunción de los amortiguadores de cualquier coche. Del otro lado, arena y sol. En la era de la venta de experiencias, manejar por las calles de Paraná realmente lo es.
4.
La nomenclatura de las calles de Anarap debe ser de las más confusas del planeta y eso espanta a cualquiera que la quiera transitar. Una misma traza puede cambiar hasta cinco veces de nombre en menos de veinte cuadras: Gregoria Matorras de San Martín, Corrientes, Su Santidad Francisco (Q.E.P.D.), Montecaseros, Av. Ejército, un ejemplo de ello
5.
Palma pareciera ser un apellido muy homenajeado en la capital provincial. La más céntrica es Pascual. También está la populosa Luis, que, al cruzar Montiel, ofrece una de las vistas más hermosas de la city con el río en el horizonte. Luego hay un Intendente y un Coronel. Las cuatro Palma. Falta el homenaje al mítico volante canalla Omar Arnaldo para completar los cinco dedos de la palma (cuak!).
6.
Se forma un triángulo explosivo cuando Romina Iturrain cruza la frontera de Estado de Palestina y se convierte en República de Siria. Cosas del destino, y algún caño de agua de cristal en permanente reparación, hacen que aquella franja parezca siempre bombardeada.
7.
El barrio de los músicos desafina. Por Larramendi, camino a Bajada Grande, se puede desbarrancar para la izquierda en Walter Heinze que, cuando se avanza un poco y se llega al “asfalto”, cambia su denominación a Miguel Zurdo Martínez. Se recomienda recorrer la partitura de Heinze a paso de hombre. De doble mano, los carriles los delimita una torre de alta tensión en el centro del camino que sirve de preludio para llegar a las obras de Ástor Piazzolla, Jorge Mockert, Lorenzo Anselmi, “Juan” Bach, Alberto Ginasterra, y otros. El homenaje, bien intencionado, se escucha para el orto. Los vecinos me piden disculpas por lo mal que suena el camino y no comprendo por qué se hacen cargo.
8.
A Avenida Ramírez en un momento la codea Jauretche, y si uno no es tan zonzo y se deja llevar por don Arturo se verá transitando por las profundas aguas del peronismo. 17 de octubre de 1945, Ramón Carrillo, José Ignacio Rucci, Enrique Santos Discépolo, Leopoldo Marechal son algunas de esas cuadritas en las que Milei arrasó en las últimas elecciones presidenciales.
9.
Rocamora puede que sea una de las calles más bonitas de la ciudad. Los árboles de la vereda par se entrelazan en los cielos con las ramas de los impares formando una especie de galería verde que le quita unos cuantos grados al pavimento. Si se pasa de noche, más bien de madrugada cuando el temblor del asfalto es casi nulo, se percibe los lamentos de esos árboles añorando las andanzas de sus vecinos de Bv. Racedo caídos heroicamente en la batalla de Talá Talá, librada hace algunos años en la premonitoria era de la motosierra. Pasión por achurar árboles pareciera que se tiene en estas tierras. Malas lenguas dicen que hace poco refilaron a un par de estos ejemplares de Rocamora para darle visibilidad a un nuevo emprendimiento gastronómico que se luce en una de las ochavas con Racedo.
10.
Pocos sabrán que existe una calle que se llama Mártires del Gheto de Varsovia. Está en la zona de 3 de Febrero y Av. Churruarín. Alguna mente brillante propuso ese nombre para una calle sin salida. Muy literal. Para agregarle significante, en esa calle funciona alguna oficina y estacionamiento de la empresa de transporte Mariano Moreno que suele tener de rehenes y maltratados a los pasajeros paranaenses.